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I. Introducción
El narcotráfico constituye un grave problema a escala mundial que azota tanto a los países productores como a los países de tránsito y consumo, creando un mercado negro que mueve millones de dólares cada año, y constituyendo, por ende, una fuente de ingresos fundamental para miles de grupos criminales a lo largo del planeta. En el presente escrito, nos hemos propuesto tratar brevemente algunos aspectos de este fenómeno en el sudeste asiático, en concreto Myanmar y Vietnam del Sur (antes de la reunificación), sobre todo en relación con las dinámicas de poder entre el Estado y los grupos productores con el mercado negro, y las sucesivas interferencias de EE.UU. diseñadas para fortalecer económicamente a colectivos afines a sus objetivos políticos. Las potencias imperialistas occidentales ya han sentado precedente en la utilización del narcotráfico para su propio beneficio, como sucedió con Gran Bretaña y el comercio del opio en China.
Ello surtió un doble efecto deseado por el Imperio Británico, aquel de debilitar a China, así como el de proporcionar unos ingresos muy considerables a las arcas imperiales, todo ello a costa del sufrimiento de decenas de miles de chinos. Esto condujo ya a dos guerras, de las cuales las potencias occidentales salieron ganadoras con la obtención de importantes condiciones, resultantes en una pérdida de la soberanía de China sobre su territorio y sus capacidades comerciales1.
II. El caso de Myanmar
El primer caso que veremos es el de Myanmar (antiguamente conocida como Burma), donde la semilla del narcotráfico a gran escala fue plantada en los años 50 por el Kuomintang. Ya antes de su llegada existía cultivo de amapola (de la variedad papaver somniferum) principalmente en los pequeños reinos feudales del estado Shan, pero al huir las tropas del KMT tras su derrota en la guerra civil china, en el año 1949, algunas unidades que quedaron aisladas en Yunnan se asentaron en la región fronteriza con China, el anteriormente mencionado estado Shan, en enero de 1950. Con apoyo de Tailandia y EE.UU., el número de tropas creció hasta los 4.000-6.000 efectivos2, en la mayoría de los casos reclutados de las zonas fronterizas. Ya a finales de 1951, la CIA organizaba viajes desde Taipei hasta la pista de aterrizaje de Mong Hsat. A finales de los 50, la producción de opio estaba entre las 300 y las 600 toneladas3. Entre 1950 y 1952 el KMT en Myanmar trató de invadir China en siete ocasiones, siendo repelidos en todos sus intentos. El gobierno de Burma envió tropas para expulsar a estos ocupantes con escaso éxito, tras lo cual el primer ministro U Nu llevó la cuestión a las Naciones Unidas. A pesar de esto, el número de tropas del KMT creció hasta los 12.000 efectivos hacia finales de 1953. Las tropas birmanas lograron, sin embargo, desalojar a algunas unidades enemigas, que se asentaron en las regiones de Wa y Kokang, las más idóneas para el cultivo de amapola, aliándose con grupos locales dedicados a la producción de opio y exportando su producción a Tailandia y Taiwán para su posterior puesta en circulación. Este movimiento de narcóticos provocó un escándalo en Tailandia, puesto que involucraba a un general de alto rango aliado con la CIA, y causaba la recriminación de la comunidad internacional4.
A mediados y finales de los años 50, entraron en el estado Shan muchas tropas birmanas, y en la década de los 60, el dictador militar de Myanmar, Ne Win, proporcionó a las milicias progubernamentales (KKY) amplios recursos, así como permisos a la hora de distribuir el opio de la región, con el fin de hacer autosuficientes a estos grupos armados en su lucha contra los señores de la guerra locales. Esta táctica resultó fallida, pues el KKY se alió con las facciones locales con el fin de maximizar beneficios, por lo que fueron disueltos en 1973. Tras las protestas a favor de la democracia de 1988, el estado birmano firmó un acuerdo con varios grupos rebeldes, según el cual se les otorgaría inmunidad a la hora de comercializar con opio a cambio del cese de hostilidades hacia el gobierno. A causa de esto, la producción de opio aumentó de 836 toneladas en 1987 a 2.340 toneladas en 1995. Poco a poco, mediante acuerdos, se ha conseguido un semblante de estabilidad en Myanmar mediante la integración de los rebeldes, productores ilegales de opio, en el aparato político militar. Así es como el estado birmano ha logrado usar en su beneficio la industria del narcotráfico en su país, fortaleciéndose con el empleo del opio como lo que P. Meehan denomina un bien de acceso limitado, que el gobierno utiliza para favorecer a sus aliados y castigar a sus enemigos. Por lo tanto, podemos comprobar que el rápido aumento de la producción de opio, propiciado indirectamente por la CIA, ha sido asimilado en Myanmar como parte integral de la vida política en las relaciones entre el gobierno central y las regiones periféricas5.
III. El caso de Vietnam del Sur
Vietnam no ha presentado una producción local de opio, por lo cual éste ha sido tradicionalmente importado desde el Triángulo Dorado (la región fronteriza entre Myanmar, Laos y Tailandia). Desde esta zona existen dos rutas principales, la más importante de las cuales empieza en los montes Shan y sigue por una autopista de Bangkok, pasando desde ahí al mercado internacional, sobre todo a Hong Kong, y otra ruta, la que nos concierne en este apartado, que consiste en un corredor aéreo entre las pistas de aterrizaje clandestinas del norte de Laos y el aeropuerto internacional de Saigón. Desde Saigón salía la mayor parte de la heroína destinada al mercado europeo y estadounidense, al menos en las décadas previas a la reunificación de Vietnam, cuando Vietnam del Sur existía como estado satélite de los EE.UU. Durante los años 50 y 60, miembros del gobierno survietnamita empleaban agentes de inteligencia, que en muchos casos eran colaboradores de la CIA, con el fin de que sirvieran de contactos entre los productores de Laos y las autoridades de Vietnam del Sur, que utilizaban los beneficios del comercio de opio para financiar su lucha contra el Vietcong, en muchos casos haciendo uso de las fuerzas aéreas nacionales para el transporte de esta mercancía6. De todo esto se encargaba el jefe del aparato de inteligencia del régimen survietnamita, Tran Kim Tuyen, que se encargó de concertar estos vuelos, bajo el pretexto de operaciones de inteligencia, así como de crear extensas redes de espionaje, que en Vietnam del Sur pudieron llegar hasta las cien mil personas7. Tras el golpe de estado del general Nguyen Khanh, se perdió temporalmente el aparato policial montado por el presidente Diem, y se descentralizó el control sobre el tráfico de opio y otras formas de corrupción8.
Sin embargo, bajo el primer ministro Ky, se volvió a desarrollar el sistema anterior de seguridad interna, y de nuevo se acudió al opio para buscar financiación en la lucha contra la insurgencia en Vietnam del Sur. En los años 70, se establecieron laboratorios de heroína tipo 4 en el Sudeste Asiático, con ayuda de científicos traídos de Hong Kong. Esta heroína era más pura que la tipo 3, que era la que se producía allí anteriormente, y el comienzo de su producción se correspondió con un aumento de la demanda en el mercado tanto local como estadounidense. Una cantidad enorme de soldados americanos, entre el 10 y el 14 por ciento, comenzó a consumir esta heroína, que era agresivamente vendida a los militares por la población local. Muchos pensaron que ésta era una táctica del gobierno norvietnamita, pero una investigación del ejército norteamericano en 1971 llegó a la conclusión de que el poco opio que se cultivaba en Vietnam del Norte estaba estrictamente controlado por el gobierno y era destinado exclusivamente a la producción de medicinas. En cambio, este informe acusaba a sectores muy importantes del gobierno survietnamita (sobre todo el ejército, la fuerza aérea, la policía y la cámara inferior de la Asamblea Nacional) de ser los impulsores y protectores principales de este comercio del opio, pues, a pesar de dañar sus intereses al debilitar al ejército de sus aliados norteamericanos, la cantidad de dinero que ganaban era demasiado tentadora en un país tan empobrecido. Esto prosiguió hasta la reunificación, y así, podemos ver cómo el gobierno estadounidense ha tolerado e incluso financiado a un gobierno que estaba profundamente involucrado en el tráfico de estupefacientes, incluso hacia EE.UU., poniendo sus intereses imperialistas por delante del bienestar de su propio ejército y ciudadanos9.
En ambos casos, el de Vietnam del Sur y en Myanmar, hemos podido comprobar que el gobierno de los EE.UU. no ha tenido escrúpulos en mantener y financiar a aliados cuyo sustento económico principal fue el opio, aún en perjuicio de la población occidental que consumía estos narcóticos, y a la que en teoría se buscaba proteger, al menos en la retórica oficial. Así vemos que la única preocupación del gobierno de los Estados Unidos en esta región ha sido la oposición estratégica al comunismo y la lucha antiimperialista de liberación nacional, sin importar las tácticas empleadas para conseguir la autosuficiencia de sus aliados, que luego terminarían creando situaciones problemáticas en toda la región respecto a las cuales cada gobierno local ha tenido que posicionarse, o bien asimilando las dinámicas de poder de la producción de opio como sucedió en Myanmar, o bien limitando la producción como en el caso de la Vietnam unificada. Asimismo, la complicidad de la CIA en el narcotráfico no se limitó ni se limita al sudeste asiático, también han tenido vínculos con la financiación y el apoyo a los muyahidines afganos y los contras nicaragüenses, involucrados en la producción de opio y cocaína, respectivamente. Tal es la importancia de estas operaciones para los Estados Unidos, que en 2009 el jefe de la UNODC, Antonio María Costa, afirmó que fue principalmente el dinero proveniente del tráfico de drogas el que mantuvo a flote al sistema financiero norteamericano durante la crisis del 2008, llegando a estimar que 352 billones de dólares procedentes del narcotráfico habían sido blanqueados por importantes bancos norteamericanos10. Todo ello, en definitiva, nos demuestra la escala de las implicaciones que tiene el comercio global de la droga para la financiación y el poder del imperialismo, pudiendo considerarse, por ende, consustancial al mismo.
Conclusiones
Notas a pie de página
1 Embid, A. (2010). El fraude de la guerra contra las drogas. Dos ejemplos históricos: China y Vietnam. Boletín Armas contra las Guerras.
2 Lintner, B. (1984). The Shans and the Shan State of Burma. Contemporary Southeast Asia, 5(4), p. 409.
3 Meehan, P. (2011). Drugs, insurgency and state-building in Burma: Why the drugs trade is central to Burma’s changing political order. Journal of Southeast Asian Studies, 42(3), p. 381.
4 Lintner, B. (1984), op. cit., pp. 409-411.
5 Meehan, P. (2011), op. cit., p. 382.
6 McCoy, A. W., Read, C. B., & Adams, L. P. (1972). The politics of heroin in Southeast Asia, pp. 98-99.
7 McCoy, A. W., Read, C. B., & Adams, L. P. (1972), op. cit., p. 102.
8 McCoy, A. W., Read, C. B., & Adams, L. P. (1972), op. cit., p. 104.
9 McCoy, A. W., Read, C. B., & Adams, L. P. (1972), op. cit., p. 115.
10 Syal, R. (13/12/2009). Drug money saved banks in global crisis, claims UN advisor. The Guardian. https://www.theguardian.com/global/2009/dec/13/drug-money-banks-saved-un-cfief-claims
Referencias bibliográficas
Embid, A. (2010). El fraude de la guerra contra las drogas. Dos ejemplos históricos: China y Vietnam. Boletín Armas contra las Guerras.
Lintner, B. (1984). The Shans and the Shan State of Burma. Contemporary Southeast Asia, 5(4), 403-450.
McCoy, A. W., Read, C. B., & Adams, L. P. (1972). The politics of heroin in Southeast Asia.
Meehan, P. (2011). Drugs, insurgency and state-building in Burma: Why the drugs trade is central to Burma’s changing political order. Journal of Southeast Asian Studies, 42(3), 376-404.
Syal, R. (13/12/2009). Drug money saved banks in global crisis, claims UN advisor. The Guardian. https://www.theguardian.com/global/2009/dec/13/drug-money-banks-saved-un-cfief-claims