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Entre los diferentes movimientos sociales que han ido adquiriendo gran fuerza y avance en este primer cuarto de siglo, la formación teórica ha llegado a brillar por su ausencia. El pensamiento materialista en general, y el marxista, en particular, han sufrido una suerte de tergiversaciones y omisiones que sólo pueden entenderse como propios de una pereza y, quizás deshonestidad, filosófica. La recuperación de los conocimientos filosóficos, el constante ir y volver a ellos y con ellos, no tiene otro sentido que orientar, dirigir, afirmar, e incluso, ¿por qué no decirlo?, negar estos movimientos sociales. Ad hoc con el contexto político actual, iniciar con la recuperación del pensamiento maoísta puede sernos útil en este sentido, pues nos ayudaría a comprender el desarrollo de la actual segunda potencia económica, esto sin perjuicio de que haya puntos de dicho pensamiento que hayan ya pasado a un segundo plano o hayan sido reformulados. A este respecto, nos atenemos a exponer la tesis filosófica de Mao Tsetung, Sobre la práctica, que nos será útil en este doble sentido: 1) resalta la importancia de volver a los cimientos teóricos que permitan orientar la práctica política y 2) poner el dedo en los principios ideológicos a partir de los cuales se construyó la República Popular China.
Palabras clave: materialismo dialéctico, práctica, Mao Tsetung, teoría del conocimiento, Karl Marx, Friedrich Engels
I. Introducción
El contexto geopolítico actual está siendo trazado por una situación muy particular, a saber, el descenso del Imperio estadounidense y, a su vez, el ascenso del Imperio chino, disputándose el lugar como primera potencia económica y política. Si queremos entender cómo es que se ha llegado a este punto, es necesario comenzar por esclarecer las coordenadas económicas, políticas e ideológico-filosóficas a partir de las cuales se han construido ambas naciones. En el caso particular de la República Popular China, consideramos necesario, no sólo entender las corrientes marxistas y materialistas en general, sino también, en particular, comprender el pensamiento ideológico-filosófico y político de su fundador: Mao Tsetung. En este trabajo, nos propones a ofrecer una breve explicación de una de sus tesis filosóficas (Sobre la práctica, escrita en julio de 1937) a manera de introducción al pensamiento que marcó el rumbo de la China Comunista.
Entrando en una de las discusiones en las que se ha visto envuelto el pensamiento marxista, hay que hacer notar que la filosofía materialista jamás ha tenido un desarrollo unívoco. Han sido ya varios los sistemas filosóficos a los que se les ha adjudicado este adjetivo, sin que por ello hayan podido convivir armónicamente con otros que hicieran lo mismo. La evolución de la filosofía materialista, en cuanto que cada sistema surge como negación crítica de los sistemas anteriores, queda evidenciada en la primera Tesis sobre Feuerbach escrita por Marx en la primavera de 1845. Así, nos dice que «el defecto fundamental de todo el materialismo anterior ‒incluido el de Feuerbach‒ es que sólo concibe las cosas, la realidad, la sensibilidad, bajo la forma de objeto o de contemplación, pero no como actividad sensible humana, no como práctica, no de un modo subjetivo» (Marx, 2018). En este sentido, la experiencia del mundo no es para Marx pura pasividad, mera percepción sensible, sino que también es actividad, praxis.
La experiencia del mundo como actividad humana, la construcción del objeto y, por lo tanto, del mundo puesta en términos de práctica revolucionaria, será uno de los principales ejes de todo el desarrollo del marxismo. Así lo deja ver Engels (1978) en el prólogo a la edición inglesa de 1892 de su obra Del socialismo utópico al socialismo científico. En este contexto, Engels discute, al igual que Marx, con aquellas posturas agnósticas de carácter empirista a las que califica como «materialismo vergonzante», pues, si bien basan sus conocimientos en la experiencia sensible, estos quedan reducidos a la pura percepción, pura sensibilidad: para los agnósticos, la percepción que ellos tienen de las cosas y de sus propiedades, no son en realidad estas mismas cosas y sus propiedades, sino únicamente «las impresiones que dejan en sus sentidos». Para Engels, las cosas percibidas sólo pueden ser verdaderas en tanto que la puesta en práctica de las mismas traiga resultados efectivos, pues es de esta forma se lleva a cabo una prueba infalible en cuanto a su exactitud o falsedad.
I.i. Diferencias dentro del partido
A pesar de las críticas y de las distancias tomadas por el materialismo histórico de Marx con respecto de los «materialismos anteriores», en tanto que el primero busca la implantación política de un sistema filosófico frente a los segundos que se quedarían en una implantación de la conciencia filosófica en un carácter meramente «gnóstico», y a pesar de que estas tesis de transformación del mundo a través de la práctica revolucionaria hayan tenido como resultado la conformación de la URSS como la segunda potencia política del siglo XX a través de la guía de Lenin y Stalin, la defensa de posturas dogmáticas y empíricas persistieron en el Partido Comunista Chino. Así, en una nota al pie de página al inicio de la tesis filosófica Sobre la práctica de Mao Tsetung, se insiste en que:
…un cierto grupo de camaradas empíricos, que, durante largo tiempo, se limitaron a su fragmentaria experiencia personal, ignoraron la importancia de la teoría para la práctica revolucionaria y no vieron la revolución en su conjunto; aunque trabajaron con diligencia lo hicieron a ciegas.
La labor de Mao Tsetung en esta tesis no fue otra que denunciar, con la intención de contrarrestar teórica y prácticamente, a aquellos elementos dogmáticos y empíricos (en especial a los primeros) que con sus interpretaciones del marxismo (que antes de un método dinámico para la revolución, como una guía para la acción, lo veían como un dogma) pretendían poner énfasis en la subjetividad de la teoría menospreciando el lado práctico.
II. «Entre el saber y el hacer»
No cabe duda de que aquellos «materialistas anteriores» y agnósticos contra los que Marx y Engels construyeron sus críticas avanzaron a la par que avanzaba el marxismo, filtrándose incluso en las líneas del Partido Comunista Chino. Ahora, será Mao Tsetung el que emprenderá dicha crítica. Así, es necesario, en este contexto, señalar cual sería la relación polémica que existe, desde una perspectiva marxista-maoísta, entre el saber y el hacer. Para ello, el autor propone como tesis del conocimiento humano, en el sentido marxista, que éste «depende principalmente de su actividad en la producción material». En esta práctica, el ser humano comienza a adquirir desde los conocimientos más básicos y simples hasta más avanzados y complejos sobre los fenómenos, las propiedades y las leyes naturales, así también con respecto a las propias relaciones que sostiene entre él mismo con la naturaleza, llegando incluso a comprender las relaciones existentes entre los mismos humanos.
En el desarrollo particular de una sociedad de clases, todos los miembros de esta, de todas las clases, entran en unas determinadas relaciones de producción, dedicándose a producir, buscan satisfacer las necesidades del ser humano, de todos los miembros de la sociedad. Esto constituye a su vez el fundamento desde el cual se construye el conocimiento humano. Sin embargo, la producción no es la única esfera en la cual se desarrolla la actividad humana, sino que se da en múltiples formas: la lucha de clases, la vida política y las actividades científicas y artísticas. En una sociedad de clases, cada persona se ve determinada por la clase social a la que pertenece; cada una de las ideas que ejercitan lleva su sello personal de clase, corresponden cualitativamente a la clase social de procedencia.
Como se mencionó anteriormente, aquí se sostiene la tesis de que la teoría del conocimiento a la que apela la perspectiva marxista, parte de lo más simple a lo más complejo, del pensamiento unilateral a lo multilateral. Por ejemplo, se entenderá como un pensamiento unilateral aquella época histórica cuando las clases explotadores deformaban la visión del mundo debido a ciertos prejuicios y, así mismo, la producción y las fuerzas productivas estaban circunscritas a una escala tan pequeña que limitan la visión del ser humano. Así, dice Mao, sólo cuando surge el proletariado moderno y el desarrollo de gigantescas fuerzas de producción es que se pudo alcanzar una visión global, universal e histórica del desarrollo de la sociedad y su transformación, abriendo paso a la teoría marxista del conocimiento, a una visión multilateral.
En este punto, se afirma que, desde la perspectiva marxista, el criterio de verdad de una teoría será el éxito de la misma en su puesta en práctica. Así lo menciona Engels cuando que dice que:
…sometemos las percepciones de nuestros sentidos a una prueba infalible en cuanto a su exactitud o falsedad. Si estas percepciones fuesen falsas, lo sería también nuestro juicio acerca de la posibilidad de emplear la cosa de que se trata, y nuestro intento de emplearla tendría que fracasar forzosamente. Pero si conseguimos el fin perseguido, si encontramos que la cosa corresponde a la idea que nos formábamos de ella, que nos da lo que de ella esperábamos al emplearla, tendremos la prueba positiva de que, dentro de estos límites, nuestras percepciones acerca de esta cosa y sus propiedades coinciden con la realidad existente fuera de nosotros (1978, p. 12).
El conocimiento del ser humano quedará confirmado sólo cuando se logren los resultados esperados en la práctica social, sin embargo, es de esperar que esto no siempre ocurra, pues habrá momentos en que los conocimientos de los que parta la práctica social no serán suficientes y, por consiguiente, devendrá en fracaso. Es este el punto de partida la exposición de la teoría materialista dialéctica del conocimiento.
II.i. La teoría materialista dialéctica del conocimiento
Para que el ser humano tenga éxito en lo que se propone, tiene que lograr que sus ideas concuerden con el mundo objetivo realmente existente en el que pretende hacerlas operables, de no hacerlo, el fracaso será inevitable. Sin embargo, el fracaso sólo formaría parte del proceso dialéctico de la práctica marxista, pues es a partir de este que las teorías de las que se parten se refinan, se pulen, se reconstruyen y se llevan de nuevo al ejercicio. «El fracaso es la madre del éxito» y «cada fracaso nos hace más listos» dirá el autor.
De ahí que la teoría marxista del conocimiento tenga dos grandes partes que la caracterizan: 1) el materialismo dialéctico está al servicio del proletariado y 2) posee un carácter práctico. Se aleja completamente de aquellas teorías que pretendan reducir la actividad filosófica a un mero plano conceptual, de ideas, desvinculado por completo de la práctica en el mundo vinculada a la revolución y transformación del mundo objetivo.
Dicho lo anterior, comenzaremos a exponer el proceso dialéctico por el cual la teoría del conocimiento parte de la práctica como base de la teoría y ésta a su vez sirve y nutre a la propia práctica. Así, el líder del partido comunista señala que el proceso de la práctica se da en diferentes pasos, denominando al primero como etapa sensorial. En ésta, el ser humano sólo logra percibir objetos aislados, simples apariencias y conexiones externas. Nos pone de ejemplo el caso de unos investigadores que fueron a Yenán. En los primeros días, éstos sólo podían percibir calles, casas, personas, recepciones, todo esto sólo serán apariencias de las cosas, con meras conexiones extrínsecas.
Conforme avanza la práctica social, los humanos comienzan a dar cuenta de las relaciones internas de las cosas, se produce un salto de experiencias aisladas a conceptos. Ahora, los conceptos que los humanos forman de las cosas no representan meras apariencias, percepciones sensibles de los objetos, sino que reflejan las conexiones internas de las cosas, su esencia. Esta es la segunda etapa de la dialéctica del conocimiento, donde el ser humano, partiendo de las experiencias sensibles y unilaterales, llega a formular conceptos multilaterales y estos a su vez lo llevan a formular juicios y a desarrollar procesos de razonamiento lógico. Mao Tsetung retoma, para comprender lo anterior, el caso de los investigadores: éstos han reunido ya diferentes datos y, teniendo estos como base, realizaron una «reflexión» y han llegado a la conclusión de que «la política de frente único nacional antijaponés, aplicada por el Partido Comunista, es consecuente, sincera y genuina». A esta segunda etapa, de los conceptos y los razonamientos la llama la «etapa de conocimiento racional».
Podemos destacar que la verdadera función del conocimiento consiste en llegar desde las sensaciones, pasando por el pensamiento lógico, a las relaciones y las contradicciones internas de las cosas objetivas, de sus leyes y de sus conexiones internas entre uno y otro proceso. Para nuestro autor, es la filosofía marxista la primera que logra resolver el conflicto del conocimiento (entre aquellas posturas que buscaban reducir la actividad de conocer a mera percepción sensible frente aquellas que abogaban únicamente por la acción desentendida de todo marco teórico y conceptual) profundizando en los movimientos dialecticos del mismo, movimientos por los que el ser humano pasa de las percepciones sensibles y aisladas a la complejidad de las relaciones internas de las cosas, culminando en la ineludible y repetida práctica de la producción y la lucha de clases.
En definitiva, el marxismo-leninismo enlace estas dos etapas del conocimiento, la sensible-perceptual (etapa inferior) y la lógico-racional (etapa superior) como parte de un proceso cognitivo único e indivisible: la práctica. Pues bien, a cada uno de estos movimientos corresponderá una función determinada: por un lado, la percepción resolvería la cuestión de las apariencias y, por el otro, la racionalización teórica resolvería el problema de la comprensión de aquello percibido. Por tanto, podemos decir que esta teoría del conocimiento se lleva a cabo dentro de un esquema circularista, donde «nuestra practica testimonia que no podemos comprender inmediatamente lo que percibimos, y que podemos percibir con mayor profundidad sólo aquello que ya comprendemos» (Tsetung, 1976, p.71).
Teniendo como fundamento de todo conocimiento legítimo, Mao comienza sus ataques contra los gnósticos, aquellos «sabelotodo» que buscan saber y comprender los hechos objetivos de la vida política sin experimentarlos ellos mismos:
Quien quiera conocer una cosa, no podrá conseguirlo sin entrar en contacto con ella, es decir, sin vivir (practicar) en el mismo medio de esa cosa. En la sociedad feudal era imposible conocer de antemano las leyes de la sociedad capitalista, pues no había aparecido aún el capitalismo y faltaba la práctica correspondiente. El marxismo sólo podía ser producto de la sociedad capitalista. Marx, en la época del capitalismo liberal, no podía conocer concretamente, de antemano, ciertas leyes peculiares de la época del imperialismo, ya que no había aparecido aún el imperialismo, fase final del capitalismo, y faltaba la práctica correspondiente; sólo Lenin y Stalin pudieron asumir esta tarea (1976, p. 72).
Entendemos que una de las principales razones por las que Marx, Engels, Lenin y Stalin logran desarrollar sus teorías fue su participación personal en la lucha de clases y en el análisis científico de su tiempo. Hay que agregar que, si bien todo conocimiento auténtico parte de la experiencia, a su vez esta experiencia puede darse de dos formas diferentes, directa o indirecta. La experiencia directa se entiende como aquella que es inmediata a los sentidos, en tiempo presente; y la experiencia indirecta sería, por ejemplo, todos los conocimientos de los siglos pasados y de otros países. Estos segundos conocimientos son, para nuestros antepasados o para los extranjeros, experiencias directas que merecerían nuestra confianza si y sólo si en ellos se refleja de un modo científico, esto es, racional, la realidad objetiva.
Así mismo, ya Marx refería algo semejante en el Dieciocho brumario de Luis Bonaparte:
Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado. La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos. Y cuando éstos aparentan dedicarse precisamente a transformarse y a transformar las cosas, a crear algo nunca visto, en estas épocas de crisis revolucionaria es precisamente cuando conjuran temerosos en su auxilio los espíritus del pasado, toman prestados sus nombres, sus consignas de guerra, su ropaje, para, con este disfraz de vejez venerable y este lenguaje prestado, representar la nueva escena de la historia universal (2000).
Los conocimientos de nuestras generaciones pasadas no pasan desapercibidas cuando llevamos a cabo la práctica transformadora de la realidad, antes bien, se tiene que partir de ellos como materiales objetivos dados. Por lo tanto, concluye el autor, se consideran como experiencia directa todo conocimiento, sea del tipo que sea.
III. Movimiento dialéctico del conocimiento
Las figuras lógicas que establece Hegel en la Fenomenología del espíritu, pueden funcionar como punta de lanza para abrirnos paso a los ejemplos concretos que establece Mao en su exposición de la dialéctica materialista del conocimiento. Las figuras lógicas de la conciencia que podemos recoger de la dialéctica hegeliana para entender el proceso de conocimiento, y de autoconocimiento, se envuelven dentro de la dialéctica Amo / Esclavo. En un primer momento, se menciona que una conciencia para que sea tal tiene que ser reconocida por otra conciencia, es decir, «la autoconciencia es en sí y para sí en cuanto que y porque es en sí y para sí para otra autoconciencia […] sólo es en cuanto se la reconoce» (2012, p.113).
Lo primero que acontece desde un plano filosófico en la acción del ser humano, cuando busca conocer el mundo, es el percatarse de algo, dar cuenta de algo, pero este percatarse siempre debe entenderse como una relación sincategoremática: percatarse siempre es percatarse de algo. En el transcurrir de la conciencia, esta busca percatarse a sí misma como conciencia y en ese proceso se encuentra con otra conciencia, y para que estas sean tales, es necesario negar a la otra conciencia, como parte de un proceso involuntario. En este momento, las conciencias se encuentran en una «lucha a muerte» por el reconocimiento. Al afirmarse una por sobre la otra, la conciencia negada (siervo, esclavo) ha renunciado a la satisfacción de sus deseos, y su trabajo se ve totalmente dispuesto a la conciencia reconocida (señor, amo). Sin embargo, el señor al haber negado a la conciencia que ahora es servil, se ha negado a sí mismo, pues necesita de otra conciencia para afirmarse como tal, mientras que la conciencia servil, gracias a su trabajo, se libera y se afirma como conciencia y deviene en conciencia estoica.
La experiencia del mundo como actividad humana, la construcción del objeto y, por lo tanto, del mundo puesta en términos de práctica revolucionaria, será uno de los principales ejes de todo el desarrollo del marxismo. Así lo deja ver Engels (1978) en el prólogo a la edición inglesa de 1892 de su obra Del socialismo utópico al socialismo científico. En este contexto, Engels discute, al igual que Marx, con aquellas posturas agnósticas de carácter empirista a las que califica como «materialismo vergonzante», pues, si bien basan sus conocimientos en la experiencia sensible, estos quedan reducidos a la pura percepción, pura sensibilidad: para los agnósticos, la percepción que ellos tienen de las cosas y de sus propiedades, no son en realidad estas mismas cosas y sus propiedades, sino únicamente «las impresiones que dejan en sus sentidos». Para Engels, las cosas percibidas sólo pueden ser verdaderas en tanto que la puesta en práctica de las mismas traiga resultados efectivos, pues es de esta forma se lleva a cabo una prueba infalible en cuanto a su exactitud o falsedad.
Ahora bien, este mismo proceso lo reconoce Mao en la construcción del conocimiento mediante la práctica en los contextos capitalistas. Así, nos dice que:
En el periodo inicial de su práctica […], el proletario se encontraba, en cuanto a su conocimiento de la sociedad capitalista, sólo en la etapa del conocimiento sensorial; conocía sólo los aspectos aislados y las conexiones externas de los diversos fenómenos del capitalismo. En esa época, el proletariado era todavía una «clase en sí». Sin embargo, el proletariado se convirtió en una «clase para sí» cuando, entrando en el segundo periodo de su práctica, periodo de lucha económica y política consciente y organizada, llegó a comprender la esencia de la sociedad capitalista, las relaciones de explotación de las clases sociales y sus propias tareas históricas, gracias a su práctica, a su variada experiencia de largos años de lucha y educación en la teoría marxista… (1976, p. 74).
Podemos entender que los procesos lógicos establecidos por Hegel encarnan en el pensamiento filosófico de Mao Tsetung (esto sin perjuicio de la determinada influencia de las interpretaciones materialistas que Marx realizó del mismo Hegel y de las que bebió el líder del Partido Comunista Chino) el desarrollo cognitivo que lleva a cabo el proletariado en su trabajo y en la construcción de la realidad misma.
IV. Conclusión
En definitiva, la práctica, tal como la entiende Mao, posee toda una suerte de pasos que repercuten unos a otros simultáneamente: 1) con la etapa sensorial comprendemos que todo conocimiento por minúsculo que sea no está dado como «caído del cielo», sino que proviene de la experiencia en el mundo, de los sentidos; 2) estos datos recogidos por los sentidos se sintetizan y se ordenan, de tal forma que permitan el desarrollo de juicios lógicos. Sin embargo, si bien hay posturas que han defendido la supremacía del primer punto, el sensorial, por encima de los juicios lógicos y abstractos (teóricos), aquí entendemos que para que el proceso dialéctico del conocimiento se lleve a cabo, hay que avanzar de la fase inferior (sensorial) a la fase superior (conceptual).
Ahora bien, este proceso dialéctico no termina cuando se llega a los conceptos y a los juicios lógico, sino que en esta etapa hay que volver a la práctica, a la experiencia del mundo sensible, para, posteriormente, permitir reconstruir y refinar los esquemas teóricos empleados y se resuelvan en una praxis efectiva. Dicho de otra forma: todas las teorías y conceptos parten del mundo sensible, pero estas tienen que volver al mundo para probar su legitimidad, al hacerlo, volverán a recoger elementos del mundo sensible, y así sucesivamente hasta tener los resultados esperados y que los conceptos y las prácticas logren coordinarse con las leyes del mundo objetivo.
Para el marxismo, en general, y para Mao, en particular, «el problema más importante no consiste en comprender las leyes del mundo objetivo para estar en condiciones de interpretar el mundo, sino en aplicar el conocimiento de esas leyes para transformarlo activamente» (Tsetung, 1976). La importancia de lo aquí planteado por el líder del Partido Comunista Chino, reside, a nuestro parecer, en no deslegitimar la teoría, no desvincularla de la práctica transformadora del mundo, de la construcción de la realidad, ni a esta segunda de la primer. Desde estas coordenadas, no podemos prescindir ni de una (la práctica) ni de otra (la teoría) ambas son momentos de un mismo proceso dialéctico, pues, recordando la frase de Lenin en su texto ¿Qué hacer?: «Sin teoría revolucionaria, no puede haber tampoco movimiento revolucionario».
Referencias bibliográficas
Engels, F. (1978) Del socialismo utópico al socialismo científico. Moscú. Editorial Progreso
Hegel, G. (2012) Fenomenología del espíritu. México. Fondo de Cultura Económica.
Lenin, V. (2010) ¿Qué hacer? Disponible en https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/1900s/quehacer/que_hacer.pdf
Marx, K. (2000) Dieciocho brumario de Luis Bonaparte. Disponible en https://www.marxists.org/espanol/m-e/1850s/brumaire/brum1.htm
Marx, K. (2018) Escritos sobre materialismo histórico. Madrid. Alianza Editorial.
Tsetung, M. (1976) Textos escogidos de Mao Tsetung. Pekín. Editorial del Pueblo.
Tsetung, M. (1974) Cinco tesis filosóficas de Mao Tsetung. Pekín. Editorial del Pueblo.