
I. Nosotros, los civilizados, contra los otros ininteligibles, inasimilables, degradados
Si bien la idea de humanidad surge en el Renacimiento para designar la diferencia entre los europeos y aquellos que profesaban religiones no cristianas, sabemos que el concepto de bárbaro precede al anterior varios siglos, como podemos inferir de las reflexiones sobre la identidad, la alteridad, y la conciencia panhelénica de Tucídides, Heródoto y Esquilo en la antigua Grecia. Ya en aquel entonces tuvo lugar la primera demonización del extranjero oriental (concretamente, de los persas) en tanto enemigo plagado de vicios y formas amorales de conducta —lascividad, laxitud, emotividad sin frenos, brutalidad desmedida— en el imaginario colectivo, una tendencia que jamás llegamos a abandonar. A lo largo del presente artículo, trataremos cuestiones relativas a la construcción social y político-económica de la raza como instrumento de dominación y explotación capitalista, la historia de la inmigración china en el continente americano, las sucesivas contiendas militares iniciadas por
EE.UU. contra Filipinas, Japón, Corea, y Vietnam para defender sus intereses en Asia, la propaganda anti-China actual en plena guerra comercial, y los mitos y estereotipos en torno a las minorías étnicas que han dado lugar a un incremento de los delitos de odio durante la pandemia del coronavirus.
II. Aproximación marxista a la genealogía de la opresión racial en el capitalismo
En la actualidad, a pesar de que el esclavismo fue formalmente abolido en 1865 tras la Guerra Civil de EE.UU., la opresión racial continúa existiendo en el marco de la infraestructura económica capitalista (que se basa, a grandes rasgos, en la apropiación por parte de los dueños de los medios de producción de la plusvalía y plustrabajo del proletariado —siendo el objetivo de los primeros maximizar el tiempo de trabajo no pagado, o, en otras palabras, normalizar la sobreexplotación frente a la imposición de límites a tales prerrogativas mediante la lucha de clases por parte de los segundos—, y que, en su fase avanzada, se caracteriza por la importancia que cobran la exportación de capital —sobre todo financiero—, los monopolios, la automatización, el auge del sector servicios, y el saber técnico), que implica necesariamente la perpetuación de una superestructura ideológica racista (mal llamada cultura) responsable de la discriminación y precariedad en el mercado laboral, el desempleo, la segregación racial en las ciudades, y la desigualdad en términos de distribución de recursos y bienes, además del eterno retorno de estereotipos en torno a poblaciones vulnerables (drogadictos, promiscuas, violentos, incontrolables, welfare queens¹…) que conducen a su persistente criminalización y encarcelamiento masivo en lo que se conoce como complejo industrial penitenciario (o sea, instituciones privatizadas cuyos beneficios dependen de los trabajos forzados y mayoritariamente no remunerados de las personas presas²).
III. Deshumanización y explotación laboral de mano de obra china en América
Como veremos más tarde, algunos de los argumentos empleados contra los pueblos filipino, japonés, vietnamita, y coreano, entre otros, se aplicaron mucho antes sobre la diáspora china en el continente americano a raíz de la proliferación de los flujos migratorios del siglo XIX. Este fenómeno socioeconómico posibilitó el tráfico de mano de obra barata a Canadá, EE.UU., Cuba, Perú y México, entre otros destinos, que luego era revendida a terratenientes para labrar campos de algodón, caña de azúcar, y henequén, trabajar en minas, o construir ferrocarriles (cada vez más frecuentes por el incremento de las inversiones industriales). La mayoría de culíes⁴ provenían de las provincias de Guangdong y Fujian, y solían ser sometidos a largas e intensas jornadas laborales a cambio de una escasa remuneración, en un contexto de reemplazo de los esclavos secuestrados de África por otros procedentes de Asia cuando aún éstos sostenían por entero la economía de los países de la periferia. Las vejaciones, malos tratos, revueltas y masacres eran constantes, de modo que el índice de mortalidad en las haciendas era elevado y la demanda de nuevos trabajadores en régimen de explotación siempre se encontraba, por ende, al alza.
IV. El papel del Derecho en la construcción social del supremacismo blanco
Desgraciadamente, y a pesar de la resistencia⁵ opuesta por las víctimas del supremacismo blanco, en 1875 y 1882, respectivamente, el gobierno norteamericano promulga la Page Act⁶ (que prohibía específicamente la inmigración de mujeres chinas) y la Chinese Exclusion Act, cuyo propósito era disminuir la presencia de trabajadores chinos en el país, si bien en la práctica fueron mayoritariamente evadidas (lo cual, de nuevo, sólo beneficiaba a los ciudadanos estadounidenses, pues la vulnerabilidad del extranjero era necesariamente superior, al no contar con ningún tipo de protección oficial); a éstas, además, se les puede sumar la Immigration and Naturalization Act de 1870, que limitaba la adquisición de ciudadanía a los blancos libres, y la Immigration Act de 1924, que establece cuotas de inmigración, deniega expresamente la entrada de mexicanos, y excluye desproporcionadamente a japoneses y europeos del Sur y del Este (sistema que se mantendría hasta 1965).
V. Ocupación norteamericana de las Islas Filipinas
VI. Anticomunismo como motor de la política exterior
VII. Kill anything that moves
Durante la Guerra de Vietnam (1955-1975), por otro lado, el ejército norteamericano, en el marco de su Programa de Pacificación, hizo uso de más de siete millones de toneladas de explosivos, destruyó poblados enteros habitados por civiles, y no escatimó en el empleo de armas químicas (como napalm, gas CS…) y herbicidas (agente naranja, azul...), sobre todo en las áreas rurales del sur del país, a fin de destruir su capacidad de apoyar al Vietcong (Frente Nacional de Liberación de Vietnam) y de esconderse en los bosques durante la lucha. De hecho, la CIA fue un paso más allá y diseñó el Programa Fénix, consistente en neutralizar a los no combatientes mediante el asesinato, el secuestro, y la tortura sistemática. Destaca la masacre de My Lai como ejemplo (entre tantos otros) de la brutalidad estadounidense, desatada bajo el pretexto de la simpatía local hacia la causa comunista: en el transcurso de varias horas, los soldados dispararon contra los habitantes, agredieron sexualmente a las mujeres, incendiaron las residencias, y destruyeron todas las plantaciones agrícolas y pozos de agua. En este caso, de nuevo, la deshumanización del enemigo como «cúmulo de amarillos y animales inferiores» constituye un arma de propaganda esencial que principalmente afecta a los combatientes, llegando a generalizarse un acuerdo tácito según el cual «todo estaba permitido, siempre y cuando no te pillaran» al suprimir por completo el sentimiento de culpa y arrepentimiento en el sujeto, constantemente expuesto y, por ende, desensibilizado ante la violencia, ya fuera ejercida contra abuelas o niñas: In Vietnam, racism became a patriotic virtue ... All Vietnamese became dinks, slopes, slants, or gooks, and the only good one was a dead one. So the Americans killed them when it was clear that they were Vietcong.... And they killed them when it was clear they were not Vietcong⁷.
VIII. Propaganda anti-China y guerra comercial en un escenario internacional cambiante
IX. Retorno del mito del peligro amarillo en la era COVID-19
Teniendo en cuenta todo lo anterior, no debería resultar difícil concebir y estudiar el repunte en los delitos de odio contra la población asiático-americana (constituida aproximadamente por 22,2 millones de personas) desde el inicio de la pandemia como el producto histórico del capitalismo imperialista estadounidense, imposible de reformar a base de políticas de integración étnica o tolerancia cero contra la discriminación en la medida en que esta última constituye la base sobre la que se asienta su modelo económico y político desde la firma misma de su Declaración de Independencia un 4 de julio. De hecho, no es la primera vez que EE.UU. culpa a minorías étnicas o a inmigrantes de la propagación de enfermedades infecciosas: desde la cólera hasta la tuberculosis, pasando por la fiebre amarilla o la polio, y, ahora, el COVID-19, todas han sido asociadas con algún pueblo específico —irlandeses, judíos, alemanes, italianos, y chinos, respectivamente—. Con todo, la especial nocividad de esta tradicional gala de ignorancia en la actualidad deriva de la voluntad malintencionada de miles de partidarios de la supremacía yanqui (incluidos, por supuesto, Trump⁸ y Biden) de hacer dudar a sus audiencias sobre el origen del virus. A pesar de que la conspiranoica lab leak theory, como tantas otras fake news que rondan el ciberespacio, ha sido refutada, y la comunidad científica apela a la razón en estos tiempos de posverdad, hay quienes prefieren aprovechar el nuevo clima de tensión para agredir y vejar a aquellos que ya consideraban inferiores a sí mismos antes de esta odisea epidemiológica.
X. Ambivalencia del discurso racial; separados, pero iguales
Lo cierto es que dicho estereotipo —que aparece por primera vez a mediados de los años 60 en oposición directa al Black Power Movement influido por los ideales revolucionarios de Malcolm X tras su asesinato en 1965— encaja a la perfección en la ideología racial más influyente de la era posterior al movimiento por los derechos civiles liderado por Martin Luther King Jr.¹¹ (aprox. 1956-1969): el colorblindness, que, de acuerdo a Claire Jean Kim y su teoría de la triangulación racial, furthers racial power not through the direct articulation of racial differences but rather by obscuring the operation of racial power, protecting it from challenge, and permitting ongoing racialization via racially coded methods.
XI. Tipos de agresiones y protestas en contra
De nuevo, en lo que respecta a las mujeres, destaca la relación entre la búsqueda de oro en la costa oeste norteamericana (1848-1855), el incremento de la demanda de burdeles, y la subsecuente explotación sexual de inmigrantes chinas, mientras que el abanico de actividades a las que podían dedicarse los hombres seguía ampliándose, lo cual a su vez dio pie a un aumento de la hostilidad xenófoba entre la población blanca. Tanto es así, que desde 1870 comienza a registrarse agresiones individuales y colectivas antichinas en California, Wyoming, Oregon, y Washington, entre otros Estados, al calor de un discurso racista en ciernes impulsado por figuras políticas como el gobernador John Bigler, quien abogaba por interrumpir indefinidamente los flujos migratorios originarios del continente asiático, culpándolos del descenso de los salarios y demás males consustanciales al capitalismo. Algunos, como Theodore Hittell, expresaban lo siguiente: Como clase, [los chinos] son inofensivos, pacíficos y extremadamente industriosos, pero, como son marcadamente ahorrativos y gastan poco o nada en sus propias pertenencias exceptuando para sus necesidades, y esto [lo compran] principalmente a comerciantes de su propia nacionalidad, pronto comenzaron a provocar el prejuicio y la animadversión de aquellos que no pueden ver [en ellos] ningún valor en el trabajo para el país (McClain, 1984: 535).
XII. Conclusiones
Notas a pie de página

¹ Que se podría traducir como “Reinas de la Asistencia Pública” o “de la Beneficencia”.
² "Los cuerpos negros se consideran prescindibles en el mundo libre, pero como una fuente importante de ganancias en el mundo carcelario" (Angela Davis, 2003: 95). A través del complejo industrial penitenciario, "el racismo genera enormes beneficios para las empresas privadas" (2012: 174). Davis habla de la "borrachera del encarcelamiento" (2005: 37). En lugar de abordar las causas de los problemas sociales, se encarcela a los sin techo, los analfabetos, los pobres, los negros y los desempleados. “Según esta lógica, la prisión se convierte en una forma de desaparecer a las personas con la falsa esperanza de desaparecer los problemas sociales subyacentes que representan” (2005: 38). Se supone que el encarcelamiento masivo ·hace que las personas se sientan mejor [y más seguras], pero lo que realmente hace es desviar su atención de las amenazas a la seguridad que provienen del ejército, la policía, las corporaciones con fines de lucro y, a veces, de las propias parejas íntimas”. (Davis, 2005: 39-40). La prisión funciona ideológicamente como un sitio abstracto en el que se depositan los indeseables, liberándonos de la responsabilidad de pensar en los problemas reales que afligen a las comunidades de las que los presos son extraídos en cantidades tan desproporcionadas. Este es el trabajo ideológico que realiza la prisión: nos libera de la responsabilidad de abordar seriamente los problemas de nuestra sociedad, especialmente los producidos por el racismo y, cada vez más, el capitalismo global. (Davis, 2003: 16).
³ Producto, como sabemos, de la socialización patriarcal diferenciada de varones y hembras de la especie humana.
⁴ “Culi, culí o coolie, fue el apelativo utilizado para designar a los cargadores y trabajadores con escasa cualificación procedentes de la India, China y otros países asiáticos. También se utilizó para nombrar a los emigrantes de esos países que eran contratados en las colonias europeas o en los países americanos. La utilización de culíes o peones aumentó tras la abolición del comercio de esclavos”. Fuente: Culí - Wikipedia, la enciclopedia libre
⁵ “No somos la raza degradada que usted dice… (…) cuando su nación era un territorio yermo, y el país de donde usted surgió, bárbaro, nosotros ejecutábamos todas las artes y virtudes de la vida civilizada” (Asing, 1852).
⁶ Act se traduce al español como ley.
⁷ Phillip Knightley, The First Casualty: The War Correspondent as Hero and Myth-Maker From the Crimea to Kosovo, (Prion Books, 2000), pp. 424, 428.
⁸ Gover, A. R., Harper, S. B., & Langton, L. (2020). “Disregarding the WHO’s (2015) official nomenclature, President Donald Trump publicly used the terms “Chinese virus” or “China virus” for COVID-19 in various tweets between March 16–18, 2020 (Fallows, 2020), as well as in a White House press conference on March 19th, and then repetitively defended his use of the terms throughout March and early April (Chiu, 2020). [...] Additionally, an unnamed White House staffer allegedly used the term “kung flu”. [...] Senator John Cornyn (R-TX) said in a press conference on March 18th that China was to “blame” for the spread of COVID-19 because they are a “culture where people eat bats and snakes and dogs and things like that”.” Anti-Asian hate crime during the COVID-19 pandemic: Exploring the reproduction of inequality. American Journal of Criminal Justice, 45(4), pp. 653-654.
⁹ Kawai, Y. (2005). Stereotyping Asian Americans: The dialectic of the model minority and the yellow peril. The Howard Journal of Communications, 16(2), p. 115.
¹⁰ Kawai, Y. (2005). “For example, in the U.S. News and World Report article, it is stated that ‘‘at a time when it is being proposed that hundreds of billions be spent to uplift Negroes [sic] and other minorities, the nation’s 300,000 Chinese-Americans are moving ahead on their own—with no help from anyone else’’ (‘‘Success Story,’’ 1966, p. 73). [...] Through abstracting each minority group’s different social historical contexts, the model minority stereotype functions to ‘‘[legitimate] status quo social institutions”. Op. cit., p. 114.
¹¹ También asesinado, dicho sea de paso.
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